lunes, 10 de diciembre de 2012

Premios a la carta

Debo ser desconfiado. Por ejemplo, cuando una empresa o marca se jacta de ostentar el Premio 'tal' o 'cuál' a 'esto' o 'aquello' siempre me pregunto, vale, pero quién ha dado ese premio? Si no lo dicen sólo queda la idea, pero claro, no es lo mismo que lo haya otorgado una institución neutral y presuntamente objetiva, a que se lo hayan dado ellos mismos o sociedades creadas al afecto para dar falso lustre, como me temo pasa a menudo. Tampoco me creo los ostentosos certificados de Calidad que se lucen por ahí, porque tengo la certeza que tras ellos no hay más que dinero y la obligación de dar una apariencia documental aunque tras todo ello todo hayan más que mentiras e invenciones.

Y voy al grano. Hasta no hace mucho uno se creía los Nobel, con su boato y su pompa exagerada pero premiando con buen criterio. Un premio siempre es discutible, y es normal. Pero hoy le van a conceder el Nobel de de la PAZ, nada menos, a la Unión Europea, vete a saber porqué, y ya no es discutible, es delirante, tanto como el concedido a Obama. En unos momentos en que Europa como proyecto corre serio peligro, un premio así no es más que un espaldarazo pergeñado en los despachos y que será loado por prensa a sueldo, pero que no aguanta un análisis superficial. Con la de gente que habrá luchando por los derechos de los más débiles, lo conceden a una institución que sólo defiende a 'los mercados' y sus enormes negocios, esos que pisotean a las personas y generan soterrada violencia estructural. Pues vale, propongo que el próximo Nobel de la PAZ sea para ETA por dejar de matar, angelitos, o ya puestos para Bin Laden, por morirse, o dejarse matar. Viva!

 

 

 

 

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