miércoles, 11 de junio de 2014

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais

La afición valencianista, ahora mismo, debe ser la más preparada de España en temas societarios, financieros y empresariales. No todos, pero sí muchos valencianistas preocupados por el futuro de nuestro equipo, nos hemos convertido en una especie de replicantes, iguales en apariencia a los aficionados de cualquier otro equipo, pero capaces de explicar con soltura cómo funcionan los más intrincados mecanismos financieros, hablar de millones de euros como si fueran calderilla o discutir de tú a tú con economistas de carrera sin parecer demasiado tontos. Pero ahora, todas esas habilidades dejarán de ser útiles, todo tiene un final, hasta lo que parece interminable, y esta historia de la venta del VCF se acaba.

Y al fin los valencianistas normales, los de toda la vida, a los que sólo gusta y preocupa el fútbol, volverán a tomar el mando y llenar las discusiones de bar e Internet de fichajes, jugadas, goles, golazos, victorias y derrotas, solo de fútbol. Y a los replicantes solo nos quedará decir: ‘Yo he visto cosas que vosotros no creeríais, quitas, avales en llamas más allá de Orión, pagos upfront, due dilligences, ofertas vinculantes, informes de Pricewaterhouse Coopers o KPMG, comisiones gestoras, votos secretos, deuda neta, chinos multimillonarios, rusos brillando en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, fondos buitre, asambleas informativas, presuntos árabes plenipotenciarios con aviones de oro… Y ahora, todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir“.

Casi da pena que se acabe esta convulsa época, ché, ahora que empezábamos a entender de qué iba toda esta historia, a saber quién era quién e identificar a los que nos la querían meter doblada. Casi da pereza tener que volver a hablar de fútbol, sólo de fútbol, parece muy poca cosa para el aficionado medio valencianista que ha ampliado tanto sus intereses y su campo de discusión. Pero en fin, para los aficionados replicantes es hora de morir y renacer como aficionados normales, volver a consumir sólo fútbol, a ilusionarnos por fichajes, a estar contentos por las victorias y decepcionados por las derrotas. A ser aficionados normales y corrientes. Y no, la verdad, no da ninguna pena. Ya era hora.

Para empezar haré una reflexión. Ahora que vamos a casi nadar en la abundancia se puede creer que ya vamos a ganar todo con la gorra. Y no será así, al menos no lo será de inmediato. La solvencia y tranquilidad económica facilitan mucho las cosas, pero el dinero por sí solo no garantiza nada, como se ha visto mil veces. Así que, más allá de estrellas y poderío, hay que pedir una planificación deportiva y económica sensata, lógica, responsable pero también muy ambiciosa, la clave para que a la vuelta de quizá un par de años sí podamos volver a competir de tú a tú con los mejores. Y no engañarnos pensando que todo será maravilloso desde ya ni pedir que rueden cabezas si no es así.

Por lo pronto, en espera de futuras glorias, que llegarán, ya sólo tenemos que hablar de fichajes y fútbol, por fin podemos dejar de ser aficionados replicantes, que ya es mucho. Bienvenida sea la normalidad.

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