viernes, 3 de mayo de 2013

Un día triste

Hoy hace justo 2 años murió mi perrita, a la que tanto quise. Era una Boxer, encantadora, muy alegre y juguetona, amistosa con todo el mundo, con nanos y mayores por igual, se llamaba... qué más da, lo guardo para mi, el nombre es lo de menos. Todo el que ama a los animales sabe hasta qué punto se puede llegar a querer a un animalillo así, un ser entrañable, siempre cariñoso, nunca rencoroso, leal, que nunca se enfada ni te echa nada en cara, siempre dispuesto a ir donde vayas, que no se queja nunca y siempre tiene un gesto cariñoso para alegrarte un día complicado.

Hoy llevo un día de esos difíciles, uno de esos que ella alegraría con apenas una mirada y un meneo de culo. No por nada, si no porque el recuerdo me acongoja. Era admirablemente vital, pero como dicen Los enemigos, La vida mata, y ella se ventiló la vida en apenas 9 años. Muy pocos, poquísimos, pero que dejaron en mí una huella imborrable. Sabía que echaría de menos a mi perrita, pero no imaginaba hasta qué punto, ni que, 2 años después, seguiría recordando y añorando cada día el tiempo que pasó conmigo. Afortunadamente tengo una hija suya a la que también quiero un montón, y que me sirve para que la pena sea menos pena a pesar de todo.

Si, tengo un día raro, triste, demasiado ñoño, demasiado sensible, o quizá no, quizá es simplemente lo normal en aquellos que sabemos apreciar y valorar la amistad de esos seres mal llamados mascotas que dejan una huella tan indeleble en nuestras vidas. Ahora entiendo que son a préstamo, no son nuestros, son propiedad de la naturaleza. La naturaleza me prestó a mi perrita, y la propia naturaleza se la llevó cuando creyó conveniente. Gracias por esos años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario