viernes, 24 de octubre de 2008

La verdadera madurez

Estaba allí, en la grada, y me cogió por sorpresa, porque no por esperado es menos sorprendente. La ovación que dedicó gran parte de la grada de Mestalla a Albelda me tiene tan decepcionado como desconcertado. Y es que, al contrario de lo que se afanan en proclamar desde los medios de comunicación afectos al nuevo régimen, casi todos vaya, creo que semejante demostración no es un signo de madurez si no de todo lo contrario.

Estamos hablando de un jugador que llevó a los tribunales al Valencia CF, un jugador que, hagamos memoria, exigió una cantidad desorbitada por algo que pasa continuamente en todos los clubes de fútbol del mundo, y que actualmente pasa, ha pasado y seguirá pasando también en el Valencia CF. Recuerdo la asfixiante campaña de algunos medios instando al Valencia a llegar a un acuerdo pre judicial, algo que según sus defensores era, por lo visto, absolutamente necesario y urgente. El Valencia lo intentó con buena fe, pero ante las descabelladas peticiones de Albelda decidió ir a juicio con todas las consecuencias. Y ya se sabe lo que pasó, el Sr. juez rechazó una tras otra todas las peticiones del demandante. Un serio correctivo, para sonrojo de todos los que habían orquestado aquella campaña.

La afición señaló con el dedo al jugador, y ello hizo que su salida fuera necesaria. Pero eso no ocurrió, básicamente porque el contrato que tiene con el Valencia es difícilmente igualable por ningún otro club, y menos tratándose de un jugador de su edad y prestaciones. Así que a día de hoy, a partir del vuelco accionarial que ha sufrido el club, esos que fueron inductores de semejante dislate han conseguido su cuota de poder y han impuesto la vuelta de su protegido, para disgusto de la mayoría de aficionados. Aficionados que a día de hoy ya han cambiado de opinión consciente o inconscientemente.

Hay que ser consecuentes. El equipo va muy bien, su paso en liga es muy firme de la mano de Emery, y por ello entiendo, o al menos disculpo, que se reduzca la presión sobre un jugador que ha intentado estafar a su club, y que se redujera tanto como para dejar de pitarle y pasar a ignorarlo, hacer como que no está y seguir animando al equipo. Pero de ahí a caer en la trampas que nos tienden va un mundo. La ovación del otro día es un disparate, un premio inmerecido a todos aquellos que quisieron chantajear al Valencia, y una muestra de la veleidad de la afición valencianista, una muestra de que nos manejan como quieren y no nos damos ni cuenta.

Yo creo que es más lógico verlo así. Albelda es un jugador más, de acuerdo, no tiene más o menos compromiso que cualquier otro, y, como todos, cobra mucho por hacer lo que hace. Si no queremos condicionar la marcha del equipo, lo mejor que podríamos hacer es ignorarlo, tanto la afición como los medios. Pero si los medios se empeñan en continuar su campaña para rehabilitar a Albelda, al menos no debemos caer en su trampa, y deberíamos tener la suficiente madurez para no creer que la madurez y lo correcto es hacer precisamente lo que nos dicen desde algunas redacciones.

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