viernes, 5 de abril de 2013

Es tiempo de ambigüedad

Anda el entorno valencianista descolocado y rediseñando actitudes y estrategias. Hay que acertar. De con quién se esté, y de si consigue salirse con la suya, o no, depende desaparecer de la primera línea y perder privilegios, o estar, o seguir estando, en la cresta de la ola. Los que hasta ahora han vivido de maravilla a la sombra de Llorente, vendiendo su maravillosa gestión y su abnegación al frente de la presidencia por un mísero sueldo en todo caso ganado con justicia, están ahora mismo tan confundidos como él. Si siguen sustentándolo (algunos enchufados no tienen otro remedio) se juegan caer y pasar al ostracismo (palabra que le encanta a mi amigo Jose) pero si empiezan a desmarcarse dándole palos para parecer críticos o al menos equidistantes, se juegan que el ínclito, que no es famoso exactamente por su bondad, les retire el saludo y las prebendas caso de conseguir mantenerse en el cargo. Tampoco se puede apoyar o criticar abiertamente a los recién llegados, porque nada asegura que serán vencedores o vencidos. Problema gordo.

Que los acontecimientos te pillen del lado equivocado de la trinchera puede ser fatal. La clave es la cautela y saber mantener una postura suficientemente ambigua para después poder argüir coherencia, pero no es fácil. Si al final cae Llorente y su séquito, que ahora mismo parece probable pero no seguro, toca reposicionarse, traicionarles e intentar que el valencianismo no se dé mucha cuenta. Quizá les retiren el saludo, pero nada más, mal les podrán quitar prebendas que ya no podrán dar, y en todo caso, una vez dejen de ser influyentes, a quién le importa?

Los que hace años dan palos porque en su momento ya las perdieron lo tienen mucho más fácil, desean fervientemente su caída y la siguen promulgando a los 4 vientos.

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