martes, 12 de marzo de 2013

Hello, I must be going

Hasta hace nada la situación del VCF era algo así:

'Se vende club de fútbol, muy soleado, exterior, para reformar, muchas posibilidades. Regalo muebles. Precio a convenir. URGE. Razón: GVA -> Algún panoli en la sala?

Ahora pasa a ser tal que así:

Regalo club de fútbol, soleado, exterior, semiruinoso, muchas posibilidades, céntrico, con cargas, por no poder atender. Razón: Bankia -> Alquien se atreve?

La devaluación que está sufriendo la imagen del VCF no tiene parangón en el mundo del fútbol. Hoy ha pasado virtualmente a manos de una empresa rescatada por el estado y al borde del colapso como Bankia. Un club cuasi centenario, con una historia plagada de éxitos y con un apoyo social notable, que hoy por hoy se ve abocado a subsistir como un juguete roto con el que nadie quiere ya jugar. Unos okupas atrincherados en el poder están llevándolo a cotas de esperpento nunca vistas, ni en la malhadada época de Soler, mire usted. Ahora mismo la sensación es que al VCF ya no lo quiere nadie, no es apetecible ni siquiera por su hipotecado patrimonio, va pasando de mano en mano y cada uno al que le cae lo ve como un enorme marronazo del que intenta desprenderse cuanto antes. A este paso habrá que regalarlo literalmente para que alguien se atreva a meterse en semejante delirio propio de las series de televisión más alocadas, estrambóticas y gamberras. No se puede caer más bajo, no se pueden imaginar situaciones más enrevesadas y giros tan dramáticos. Esto es el VCF, un desastre del tamaño de Asia en manos de gestores aún más desastrosos y lamentables. Se acaban las palabras, se acaban los chistes, la realidad supera a la ficción. Como diría el gran Groucho, Hello, I must be going.

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