domingo, 20 de marzo de 2011

Resaca fallera con la pólvora mojada

Vaya por delante que el Valencia no ha merecido perder, pero lo cierto es que se han acabado los dias de vino y rosas. Se han acabado los goles en fuera de juego, las remontadas milagrosas, lo goles en el último suspiro, en definitiva, se ha acabado la suerte que nos tenía en una nube, y el Valencia se desinfla de forma evidente.

La primera parte ha sido un desastre, un homenaje a las bandas de la comunidad valenciana, supongo, por cuanto el Valencia ha parecido una banda en vez de un equipo. Sin profundidad, sin movilidad, sin ideas y sin juego. Tras la reanudación, y con la entrada de un necesario Banega, el partido ha cambiado, el Valencia ha tenido ocasiones para marcar y sólo la mala puntería y también la gran actuación del portero rival, han evitado que se adelantaran en el marcador. Pero una vez más se ha cumplido eso de que 'el que perdona la paga'

De todas formas, y aun reconociendo que la derrota es demasiado castigo, no se puede esconder que este equipo no tiene alma, no tiene patrón de juego, no tiene empaque, no tiene garra ni oficio, y es demasiado blando. El Sevilla ha encontrado mil formas de llegar al área rival por la desorganización contínua del equipo, y una vez más hemos concedido demasiadas opotunidades convirtiendo el partido en un cara o cruz, algo que es una constante con Emery de entrenador y que casi siempre beneficia al equipo que tiene más que ganar, que en este caso era el Sevilla.

Mención aparte merece el árbitro, que ha estado fatal comiéndose varios penaltys, al menos 2 a favor del Valencia y uno muy claro también en contra. Pero esto entra dentro de aquella suerte perdida que antes nos beneficiaba y ahora no.

La falta de carácter del Valencia se evidencia en que siguen de capa caida tras la eliminación en Champions, y a este paso, y si no se levanta el ánimo, incluso el cuarto puesto se puede poner complicado. Y ahora 15 días para lamerse las heridas e intentar reconducir la situación, un trabajo del entrenador que debe demostrar ser capaz de liderar al equipo, algo que, desgraciadamente, no es su fuerte.


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