viernes, 2 de mayo de 2014

Del drama a la ilusión

A mi ya se me ha pasado el disgusto. Bueno, quizá no del todo, pero ya no estoy ciego de dolor y tristeza como ayer, cuando encajamos ese maldito gol en el descuento. De hecho me he despertado ilusionado, convencido que el futuro nos depara revanchas y oportunidades. Y es que al fin he recordado lo que significa ser valencianista. Y todo Mestalla lo hizo, también los que lo vieron por la tele, incluidos los de otros equipos, que habrán comprendido hasta que punto el VCF es un club poderosísimo, porque el poder reside en el sentimiento de los que lo apoyan.

Lo que vivimos ayer fue una fiesta valencianista magnífica, extraordinaria, inolvidable, aun cayendo de forma tan cruel. Los 90 minutos que pasamos en Mestalla cantando, aplaudiendo y disfrutando con nuestro equipo fueron impagables, maravillosos, y así, hasta las derrotas saben a miel. Esa es la esencia del fútbol, y caer en el último suspiro, mal que nos pese, también. La comunión entre jugadores y grada fue absoluta, unos a otros nos llevamos en volandas, el equipo destrozando al SEV y la grada animando como posesos, con fe inquebrantable. Y eso es el VCF, eso es ser valencianista, algo que casi habíamos olvidado. Ante un equipo tan antipático, el valencianismo recuperó gran parte de la autoestima perdida durante años, incluidos los que nos entrenó el payaso de Unai Emery, en los que fuimos de humillación en humillación, arrastrando el escudo y mancillando el orgullo valencianista, haciendo partidos horrendos en que merecimos de sobra ser vapuleados. Pero ayer no fue así, el VCF cayó con orgullo, de pie y no de rodillas, de forma tan cruel como injusta, y puestos a caer, es mil veces más honroso hacerlo así que como estos años atrás. De hecho, aunque parezca paradójico, ha hecho más por el VCF y el valencianismo la cruel eliminación de ayer que años seguidos llegando a la UCL de forma mediocre y casi patética para después caer a las primeras de cambio. Y es el primer paso. Recuperar sensaciones perdidas, el amor propio, el orgullo de sentir unos colores, la autoestima y hasta la capacidad de intimidación, el primer paso para volver a ser lo que fuimos.

Hoy es fácil buscar errores. No me gustó nada el cambio de Parejo, fue una temeridad, el SEV se creció mucho a partir de ahí comprendiendo que el VCF renunciaba a machacarlos, como temían. Tampoco me gustaron los cánticos antes de tiempo referentes a Turín, aunque hasta de eso se aprende. Pero aunque sea lógico hablar de errores y fútbol, el equipo hizo un partido intensísimo, honesto y orgulloso, arrasó a un rival al que hizo inoperante, y mereció pasar la eliminatoria sin duda alguna. Se dejaron todo en el campo, tanto como la afición en la grada, y con eso me quedo.

El futuro está ahí, a la vuelta de la esquina, y si conseguimos evitar vender el VCF a buitres y conseguimos un nuevo dueño responsable y solvente, que entienda que esto es un sentimiento enorme e imparable, el futuro es nuestro. Esta eliminación tan injusta puede ser el punto de inflexión sobre el que construir un gran Valencia, y confío en que así será. Por eso ya no estoy triste, sino esperanzado y orgulloso como hace tiempo no lo estaba, y creo que debe ser el sentimiento generalizado. Y eso, tras una eliminación tan dura es un gran síntoma, el mejor augurio, y una gran noticia, no me cabe duda.

2 comentarios:

  1. Es evidente que este tipo de partido y con la enorme cantidad de aficionados rivales en las gradas, Mestalla no sé dejó apabullar y animamos como hacía tiempo no se animaba, eso sí, con el resultado favorable y paso a paso remontando la eliminatoria. Sin embargo, sin pretender ser cenizo, esta historia la he vivido ya y aunque sea muy edificante aquello de levantarse después de la derrota y todos unidos por un mismo fin, al final son los resultados los que mandan: El Valencia desde la temporada 1997-1998 siempre ha estado jugando competición europea aunque fuera la genuina Intertoto que perdió Quique el verano de 2005. Limpieza, transición, ciclos, velitas a la virgen para que el grupo que compre las acciones y el pasivo sientan el escudo, todo muy bien, pero me suena como ya vivido. El aficionado que estuvo en Mestalla el día del descenso a Segunda no se explicaba cómo se había llegado a esa situación cuando hacía pocos años el Valencia había ganado una Recopa de Europa con Kempes. La travesía no fue fácil, ni hubo milagro, sino trabajo bien hecho para no volver a la humillación del descenso y para sanear las cuentas. Algo que lustros más tarde varios mandatarios olvidaron. Los aficionados somos como somos, diferentes con puntos de vista tal como aquello de que: todo depende con el cristal con que se mire.

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  2. No había visto el comentario, disculpa. Tienes mucha razón, sin duda. Pero bueno, prefiero ver la parte positiva.

    Gracias!

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